COVID-19 amor por Cartagena | Fundación Fruto Bendito
Después de una sesión de noticias matutinas, Camila y Oscar pudieron darse cuenta de la dura situación que afronta el barrio Nelson Mandela, en la ciudad de Cartagena. Un barrio con más de 50.000 habitantes y con uno de los mayores índices de pobreza de la ciudad. Es un lugar ya conocido por la fundación, gracias a una entrega de cunas que se realizó a madres adolescentes unos años atrás. A partir de ese momento obtuvieron el contacto de un líder social de la comunidad, hombre al cual Camila tomó la iniciativa de llamar para preguntar cómo se encontraban bajo esta crisis sanitaria.
Las noticias que recibieron no fueron nada alentadoras: los recursos escaseaban y la población pasaba hambre. Las casas, en las que pueden vivir 3 o más familias, no tienen ni para una comida al día. Al culminar la llamada, en Camila quedó sembrada la idea de enviar apoyo a Cartagena. La gran incógnita era ¿cómo hacerlo? Parecía imposible a simple vista. Si en la ciudad de Bogotá, lugar en el que residen, ha sido complejo, como será en otra ciudad a más de mil kilómetros de distancia. Sin embargo, para una mujer con determinación pocas cosas le quedan grandes.
Comenzaron con la misión de buscar quién les podía ayudar con el envío de mercados a la ciudad amurallada. Los contactos que tenían de la ciudad, en el departamento de Bolívar, dijeron que era muy complejo debido a la existencia de un proyecto destinado a la ayuda del barrio. Proyecto que contaba con mercados donados por parte de la alcaldía. Posteriormente, llamaron a la empresa aliada de distribución, quienes se emocionaron al saber de la idea de ayudar a Cartagena. Se comprometieron a realizar una gestión con el personal de la policía.
Camila empezó a meditar acerca de las ayudas, pensaba que era un plan muy complejo. Eran alrededor de seis millones de pesos sólo para los mercados. Días después, recibió una llamada de la distribuidora para darle la noticia de que habían conseguido el permiso y que la policía antinarcóticos llevaría los mercados en un avión para repartirlos en el barrio. Gracias a Digitales a la Gorra, que apadrinaron la mitad de los mercados, y a los propios fondos de la fundación, poco a poco se hacía realidad tan compleja travesía. Lo importante era ayudar a esta ciudad y a esta comunidad, que Camila lleva en el corazón.
Ahora, lo que hacía falta era gestionar la organización de los residentes del barrio Nelson Mandela. Inmediatamente, se pusieron en contacto con el líder social para hacer la logística de la entrega. Compleja era la situación en el lugar, debido a un toque de queda el día en el que llegaron los mercados. A nuestro líder social le correspondió gestionar todos los permisos pertinentes para que se pudiera realizar la entrega de los mercados en el barrio.
A las 5 am del día viernes, salió la distribuidora para el aeropuerto, más precisamente para CATAM. Camila, sin poder descansar, miraba el reloj desde las 3 am, deseando que todo saliera bien. A las 8 am, Camila recibe la llamada de la distribuidora, contando que no eran 2000 libras, sino 3000 lo que pesaban los mercados, lo cual excedía el peso acordado.
Ante este imprevisto, pensaron en sacar los implementos de aseo, pero esto significaba ayudar solo a 130 familias. Inmediatamente, Oscar y Camila pensaron que eso no era posible y prefirieron sacar las papas, algo de peso considerable, para que se fueran 200 mercados. Y así fue. El avión salió de Bogotá rumbo a Cartagena, con una pequeña escala en Mariquita. Sin más contratiempos, llegaron a la ciudad amurallada con un cargamento lleno de amor, como le gusta decir a Camila.
Al llegar a Nelson Mandela, la empresa distribuidora iba a realizar la custodia del mercado en todo el recorrido. El problema consistía en que la noche anterior ocurrieron disturbios, lo cual forzó a las autoridades a prohibir el ingreso al barrio. Por ende, le correspondió a nuestro líder social coordinar la entrega.
Desde la capital del país, Oscar y Camila veían en las noticias que la situación en el barrio era delicada. Se habían presentado fuertes disturbios y ellos solo se imaginaban lo peor. Sin embargo, hubo calma en el barrio. Gracias a las grabaciones del líder social, en Fruto Bendito se pudo ver cómo la comunidad colaboraba y hacía el mayor esfuerzo para repartir estos mercados.
Nuestro líder les dijo claramente: “hay 200 mercados. Acá está la lista de las familias a las que se les va a entregar. Portémonos bien, que esa es la única forma para que nos sigan ayudando”. Increíblemente, se generó un orden impresionante, múltiples cadenas de gente pasando, acomodando y entregando los mercados. Todos con su cédula, haciendo fila, cumpliendo el distanciamiento, con sus tapabocas. Lo más cultos y respetuosos posible. Así fue como 200 familias regresaron felices a sus hogares, al tener la oportunidad de comer ese día. Algo de tranquilidad se les entregó en las manos.
Por otro lado, nuestro líder se puso en contacto con Camila para contarle la experiencia. Tuvo que aprender cómo hacer un “Wetransfer” para poder enviar todos los videos y fotos de ese bello día en la comunidad de Nelson Mandela. El líder le dijo: “Cami, lo más lindo es que yo no la llamé, fue usted quien se acordó de nosotros”. Y es así como lo narra el líder de la comunidad.
“Cuando conocí a Camila, pude ver en ella un gran reflejo de humildad. Es una mujer que se conmovió con la situación del barrio desde el primer momento. En verdad no tengo palabras para describir a Camila Cooper. Pero sí sé que es una de las mejores y más bellas personas que he conocido y espero poder ayudarla de aquí en adelante y guardarla como una buena amiga”.