Por: Alejandra Gutiérrrez
Las niñas hemos crecido sin muchos referentes, creyendo que el mundo solo fue creado por y para los hombres, la sociedad, muchas veces, ha callado aquellas voces femeninas que desde el anonimato han revolucionado el mundo. Afortunadamente, muchas mujeres ya no se creen el cuento de que calladitas nos vemos más bonitas y deciden empoderarse, para guiar a las demás por el camino del reconocimiento, para que las mujeres tomen el papel que les corresponde. Cuentos de Buenas Noches para Niñas Rebeldes es un esfuerzo significativo que conmemora a mujeres de todo el mundo y su gran contribución en el mundo. Sin embargo, aún siguen existiendo historias de impacto que aún no son tan conocidas. Una de ellas es Natalia Espitia, una mujer que con el poder de su sonrisa y determinación ha combatido los infortunios de la vida.
Su historia comienza en la nada … En la absoluta nada
Sin memoria, sin identidad, sin un pasado, solo con un futuro por delante, así fue la vida de Natalia hace dos años luego de sufrir un grave accidente que le haría no solo perder su memoria, sino además la movilidad de su cuerpo. Despertar de un coma y enfrentarse a esta nueva realidad, es solo para algunos valientes que siguen creyendo en la vida y en un propósito que es mas grande que ellos. Porque en situaciones cómo esta solo la fe puede mantener a una persona en la lucha y así fue, los médicos le dijeron que eso fue un auténtico milagro. Natalia pasó de tener un 1% de movilidad a un 96%.
Pero para llegar hasta este punto hay que retroceder en la historia de Natalia para entender la valentía y fuerza de su carácter que la llevo a ponerse de pie, de manera literal. Natalia nació en Bogotá, en un contexto lleno de mujeres. Su familia estaba conformada por su abuela y su mamá, además, estudiaba en un colegio femenino y en el barrio tenía a su mejor amiga con quien jugaba todas las tardes mientras que veían las novelas románticas que las hacían soñar en su galán ideal. Sin embargo, Natalia sentía que estaba en una burbuja, no salía mucho a la calle porque todas le advertían los peligros que había ahí.
Natalia fue creciendo y decidió estudiar publicidad en Bogotá. La universidad fue una etapa llena de muchos bajos y excesos. Viviendo esta etapa sola y sin el apoyo de quienes debían protegerla, Natalia tuvo que enfrentarse al bullying que le hacían sus compañeros. Ante esto, la institución no hizo más que entregar un boletín a los demás estudiantes. A pesar de esto, Natalia se graduó y se desempeñó como publicista. Pero, eso no era suficiente para ella así que emprendió un nuevo viaje al sur, se fue a Argentina para aprender sobre liderazgo y cómo cambiar el mundo.
Allá, en la capital vivió su segunda experiencia de vida que le tomaría muchos años superar, pero que la impulsó a ser el cambio que el mundo necesita. Yendo para el cumpleaños de un amigo, Natalia tomó un autobus que la dejo unas cuadras más adelante de donde ella debía bajarse, así que con un poco de miedo decidió caminar hasta encontrar el bar. Ella se percató que las calles al rededor estaban un poco solas, por lo que decidió apresurar el paso, instantes después todo se tornó borroso, pero ella nunca dejo de luchar. Entre sus memorias, Natalia solo ve un hombre que intenta acorralarla entre un puesto que estaba cerrado para poder abusar de ella, pero cómo los cánticos de las feministas dicen la fuerza de sus muertas ayudaron a que se logrará librar de esa persona y llegar a una tienda que estaba cerca. Físicamente se liberó, pero su mente quedó atrapada en ese hecho, por mucho tiempo Natalia vivió en una cárcel simbólica, le daban miedo las calles, el acoso que recibía de hombres indecentes la hacían entrar en pánica, por mucho tiempo su vida le fue arrebatada. Hasta que en una conversación con su jefe le dijo que tenía que aprender a montar bicicleta, ella con muchas dudas decidió hacerlo, también impulsada por su madre. Natalia buscó clases para adultos y allí aprendió a rodar y en cada pedalazo volvía a retomar su confianza, su libertad.
Tras varios kilómetros recorridos, Natalia se preguntó si la bici podía ayudar a empoderar a otras mujeres y fue con esa idea en mente, que su viaje empezó. Llegó a Cazucá un barrio ubicado en Soacha, una comunidad realmente vulnerable y llena de peligros en especial para las niñas que muchas veces no cuentan con una voz femenina que las empodere y les enseñe todo el poder que tienen. Con bicis, Natalia llegó a la comunidad a impartir una idea de liderazgo, pero también con empoderamiento femenino, mostrándole a las niñas cuáles son sus derechos reproductivos y el gran valor de su cuerpo. A partir de esto, niñas entre los 7 y los 17 años han sido partícipes de este gran programa y han logrado vencer muchos miedos que las limitaban a seguir los pasos de esas grandes mujeres que las han acontecido.
Años más tarde, específicamente en el 2020, Natalia estaba saliendo con alguien, con quién se llevaba muy bien. Esta persona la invito a pasar tiempo en un lugar más tranquilo que Bogotá, con todo lo que estaba ocurriendo por la pandemia, escapar a un lugar rodeado de naturaleza era una buena opción, en ese momento. Juntos salieron a montar a caballo, pero de un momento a otro el animal perdió el control y Natalia solo puedo escuchar la voz de preocupación de su pareja. Luego de esto todo se tornó oscuro. Natalia había sufrido un golpe que provocó que su cerebro se inflamará. Paso un mes en coma y al final los médicos le dijeron que había sobrevivido de milagro. Después de terapias, Natalia volvió a su vida normal, pero seguía sin recordar mucho de ella. Fue por su autobiografía que, Natalia, pudo recordar muchas de las cosas que había vivido, casi que teniendo que revivir muchos eventos traumáticos.
Sin embargo, a Natalia ya no le dolía el pasado, sino el presente. El rechazo y la estigmatización de las personas, hicieron que la recuperación fuer más lenta. A pesar de esto, la vida ya le había enseñado a Natalia como pararse y no solo caminar, sino rodar en su vieja compañera de aventuras, su bicicleta.
Ahora, Natalia sigue motiva por ayudar a las niñas, por brindar más herramientas y oportunidades creando un espacio de amistad y sororidad entre estas mujeres que tienen todo el potencial para cambiar el mundo. “El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente.” Simone de Beauvoir.