El COVID-19 llegó para transformarnos | Fundación Fruto Bendito
Una Bogotá irreconocible, quieta, limpia, que se llega a percibir hasta tranquila, todo lo opuesto al caos al que estábamos acostumbrados los ciudadanos capitalinos. Y es que en medio de esta pandemia que azota nuestro planeta, nos hemos tenidos que reducir, nos hemos visto frágiles. Sin embargo, un mes encerrado en casa, con la familia, no parece tan grave, ¿Verdad? Bueno, mientras el planeta toma un respiro de nosotros, las empresas y la economía se desangran, el dinero está congelado y las clases sociales más vulnerables pasan hambre. Cientos de ciudadanos salen a la calle intentando buscar un sustento, con el riesgo de contraer la covid-19 o morir de hambre.
Las personas que viven del empleo informal, del rebusque, de sus pequeños emprendimientos, son numerosas en este país. Y sí, sin duda son los más afectados por la cuarentena preventiva que atraviesa nuestra nación, pues el hecho de no poder salir a trabajar implica que no generen dinero, implica que no tienen comida. Es desalentador pensar en esas familias de cuatro, cinco o más personas, que no tienen cómo acceder a una alimentación básica, pasando hambruna y con la esperanza de poder encontrar una solución.
Para estas familias afrontar este momento no es nada sencillo y eso es precisamente lo que quiere Camila Cooper y Oscar Bejarano, su esposo y cofundador, con su Fundación Fruto Bendito; dar algo de paz en medio de la angustia, ser agentes de cambio, resaltando siempre el lema fundamental de la fundación: “buscando ser iguales con amor”. Ellos, al igual que su fundación, han tenido que rediseñarse debido a estos eventos desafortunados por los que pasa la sociedad. El día en que sus cunas quedaron encerradas en la bodega y la producción se detuvo en seco, entendieron de inmediato que debían buscar otro camino. Vieron las plataformas digitales como una herramienta clave para masificar su impacto. Con mayor razón no podían quedarse quietos, inamovibles. Por el contrario, buscaron la forma de seguir ayudando y llegar a las familias que los necesitaban.
Tras Identificar una necesidad, que movía cada fibra de sus almas, decidieron crear una campaña para recaudar fondos y llevar mercados a las familias en condición de vulnerabilidad. Creyeron que llevar alimentos a 150 familias era ambicioso, pero después de recibir apoyo de más de 230 personas comprendieron que su impacto sería mucho mayor. Dos semanas después de identificar a las familias a las cuales ayudarían, mediante la recolección de unos datos, se llevó a cabo la entrega de los primeros mercados.
Entre las primeras personas beneficiadas, está una mujer desplazada, madre de 2 niños, que se dedica a la venta informal y que no recibe ninguna ayuda por parte del gobierno. En esta época de cuarentena, había sobrevivido gracias a la comida que le regalaban sus vecinos, lo poco que conseguía al salir a la calle a trabajar y a punta de “aguapanelita”, como bien dice ella. Por cierto, adicional a esto, su esposo se encuentra desaparecido y tiene una deficiencia renal, pero eso sí, nunca dejaba de sonreír y hacer bromas. Sin duda alguna, es una mujer que ha luchado en su vida para poder darle comida a sus pequeños. Ella dice que es como cualquier madre, trabajadora, emprendedora y que no se deja doblegar por las adversidades. Eso es solo una mínima parte de lo que ha sido, una vida repleta de tragedias.
Del otro lado de la moneda, se encuentra Diana Romero, una profesional de la salud, que desempeña una labor de psicopedagogía y que sintió una conexión con Fruto Bendito desde sus inicios. Ella dice, que donar es ayudar a cambiar dos familias, porque cuando dona siente como va alimentando el alma, “mi donación es poco a cambio de lo mucho que han hecho por tantas familias”, expresa Diana y que dar es una bendición, que agradece no tener que estar del otro lado de las donaciones. Es una mujer que ha contribuido en prácticamente todas las causas que la fundación ha propuesto y que, a su vez, invita a las demás personas a ser parte de las campañas de Fruto Bendito.
En estas llamadas, que estaban a cargo de Claudia, Daniela y Paula, un trío de estudiantes que están ayudando a la fundación, encontraron que las familias desbordaron honestidad y contaron historias con las cuales es difícil contener las lágrimas. Muchos de ellos aceptaron que habían recibido ayuda antes, por ejemplo, del colegio de sus hijos, pero que fue poco y solo durante el primer mes de aislamiento y, aun así, necesitaban ayuda. Otros varios contaron haber conseguido trabajo, que ya no necesitaban el mercado y querían regalarlo a otra familia vecina que si estuviera pasando por necesidad. Las llamadas también tenían el propósito de informar a las personas que efectivamente recibirían su mercado, esto produjo gratitud en estas nobles persona, muchos estaban muy felices por la ayuda que recibirían, dijeron que eran ángeles y que son los únicos que les han ayudado en este difícil momento.
Muchas de las familias en medio de su angustia y su necesidad no dejaron de lado la empatía y la solidaridad y pidieron ayuda también para seres queridos, o simplemente para vecinos o conocidos, que pasan por una situación similar. Gran cantidad de historias conmovedoras llegaron a las redes sociales y a los teléfonos de Fruto Bendito, entre sus ayudantes todo fue llanto y gratitud, la gratitud de saber que han puesto un grano de arena en mejorar la vida de muchas personas.
Como se mencionó, hay personas que no dejan de lado la solidaridad con familias cercanas, y ese es el caso de Hugo, un hombre que tomó la vocería de un conjunto residencial en Soacha, porque vio que sus vecinos estaban en condiciones muy complejas y que no contaban con alimentos necesarios para su familia, es así como ellos narran que comen una vez al día o que solo les queda una porción de pasta y nada más. Hugo escribió a la cuenta de Fruto Bendito y se encargó de coordinar los datos de toda la comunidad para que la fundación pudiera ponerse en contacto con cada uno de ellos y pudieran saber cuántos mercados iban a ser destinados para ellos. Impresionante fue ver cómo las familias, teniendo su mercado en las manos, se lo regalaban a alguno de sus vecinos. Definitivamente la bondad es más grande para quien menos tiene.
Esto está lejos de terminar, Fruto Bendito ya prepara su siguiente entrega y esta vez quieren hacerlo fuera de la ciudad, la ciudad amurallada, será su próximo destino. Así es, el barrio Nelson Mandela en la ciudad de Cartagena pretender ser el destino de los siguientes mercados, gracias a un contacto de Camila en esta ciudad, le comentaron que situación es delicada y que la población necesita ayuda urgente. Oscar y Camila tienen un fuerte cariño por esta ciudad y ya están haciendo los preparativos para realizar la cuarta entrega de mercados allí. Importante es anotar que un 50% de esta mera será posible gracias a Digitales a la Gorra ya que realizaron 12 horas de contenido digital continuo en el que recaudaron seis millones y medio (6.500.000) de pesos, que decidieron donar y que serán destinados para continuar con la labor de la fundación.
Ayudar de corazón.
En la Fundación Fruto Bendito, nuestros donantes recurrentes definen ese sentimiento como el más “puro y reconfortante”. Con cada aporte que hacen, están asegurando el bienestar de un infante y de una madre que lo requiere. Una de nuestras donantes recurrentes, Patricia Vanegas, dice: “es la mejor causa a la que pude haber aportado”. Para ella es una labor de compromiso constante el querer proteger a la primera infancia, así sea con una sola cuna para promover el sueño seguro.
La familia como el centro de Fruto Bendito
Algo que definen todos los donantes recurrentes actuales de la fundación, es que esta labor los inspira. Pilar Vanegas, comenta que este hermoso proyecto solo le ha causado inspiración para querer aportar algo a la sociedad. Con mucha felicidad asegura: “lo que más me gusta de esta fundación es que tanto Camila, como Oscar y Gabriel, la hicieron con mucho amor, mucho mucho amor”.
También impacta que los donantes recurrentes tienen el mismo pensamiento de que esta fundación crece cada día más. Con el entusiasmo y lo emprendedora que es Camila Cooper, Fruto Bendito y Cunas con amor cada día fluye y se extiende naturalmente. “La historia de la fundación recae en la familia Bejarano Cooper. Quienes han viajado por todo el país buscando todas las maneras de ayudar y aportar a la sociedad. Ellos me inspiraron y sentí que esto es lo yo debía hacer” comenta Carlos Ruiz, otro importante donante recurrente.
Con la mente puesta en ayudar
Es increíble pensar que con un embarazo naciera esta fabulosa idea, que ha impactado a muchas familias en Colombia. Un proyecto que no solo entrega cunas, sino que se adapta a todos los cambios que sufre el país. “Me encanta que innoven. Cuando llegó la pandemia, la fundación no se enfocó en entregar cunas sino mercados, que era lo que necesitaban las familias más afectadas por la llegada del covid-19”, cuenta July Gaitán, fascinada. Ella es una de las más importantes donantes de la fundación. Gracias a sus aportes mensuales, como también los de los demás donantes, es que esta gran labor ha logrado extenderse por Colombia.
¿Y tú? ¿Qué esperas para ser parte de este gran proyecto? Está en tus manos lograr un cambio en nuestra sociedad. Esto, aportando tu granito de arena a esta causa y así sentir esa felicidad, emoción y satisfacción. Las mismas que sienten nuestros donantes recurrentes al permitir que familias en estado de vulnerabilidad puedan recibir amor, por medio de las cunas y los distintos programas que ofrece la Fundación Fruto Bendito.