Por: Alejandra Gutiérrez

El camino a Dios se encuentra de diversas maneras, sin embargo, hay quienes dicen que para encontrarlo, hay que morir un poco. El tocar fondo obliga a las personas a perderlo todo, incluso a perderse a ellas mismas. Pero en esa derrota, es cuando la resiliencia hace presencia y las personas se dan cuenta de que esa fue solo una oportunidad para liberarse del peso de sus limitaciones. Esta es la historia de Camila Cooper una mujer que tuvo que tocar fondo varias veces para encontrarse y que, de la mano de Dios, se encaminara a su propósito de vida. 

Todas las personas nacen con características y talentos innatos, que pueden llevar a la persona a tomar decisiones acerca de lo que quieren para el futuro, conforme se va creciendo el entorno comienza a determinar los gustos de las personas, sus hobbies e incluso su personalidad. A Camila, que nació con una personalidad extrovertida, le encantaba hacer shows de teatro con sus primos, pero también le movía las causas sociales y la justicia. Por su personalidad, las personas que la rodeaban la veían como una líder innata, eso conllevo a que sus compañeras de colegio y profesores motivaran a Camila para que tomara la decisión de estudiar derecho en una universidad muy prestigiosa en Bogotá. 

Sin embargo, las exigencias que tenía la carrera, combinado a la etapa universitaria que trae consigo fiestas y diversión, resulto en qué Camila perdiera su cuarto año de derecho. Ante la frustración, Camila decidió tomar un descanso e irse a vivir a México con su madrina y como en los cuentos de hadas, un camino se llenó de luz para mostrarle a Camila su destino. En México, conoció la licenciatura de comunicación, una carrera que hizo que encontrara una de sus pasiones. Mientras estudiaba, Camila, trabajaba en una revista que había creado junto a sus compañeros. Todo parecía mejorar, pues tenía las mejores notas y estaba destacando en su promoción. Pero, ese no era su camino y una vez más la vida tenía que mostrarle a Camila, que su destino estaba en Colombia.

La situación social que estaba viviendo México prendió las alertas y Camila tuvo que tomar la decisión de regresar a Colombia. Estando aquí el esposo de su mamá, Pedro, le comentó que había una oportunidad para estudiar comunicación social en la universidad de la Sabana. Movida por su pasión y determinación se propuso ser la mejor de la carrera. Al cabo de dos semestres, Camila ya contaba con una beca de alumna distinguida y el 100% de su carrera paga. Todo parecía estar encaminándose otra vez, incluso Camila tuvo la oportunidad de ir a estudiar un año a Londres, lugar donde aprendería inglés para poder graduarse. Allí consiguió muchos amigos y trabajo en una de las empresas de periodismo más importantes, como limpiadora, pero esto solo era un paso más de ese largo camino que la llevaría a su misión. Luego de ese año y de pasar el examen internacional de inglés, Camila decidió volver y hacer sus prácticas como editora en un periódico latinoamericano, en el cual conoció al presidente de Colombia de esa época y muchos artistas latinos. Al terminar su práctica se dedicó a ser docente para mejorar su inglés, pero desde ese momento todo cambiaría.

Camila comenzó a sentir el peso de la distancia, extrañaba a su familia y el ambiente en el colegio la hacía sentirse sola. Además, las dietas se volvieron un detonante, los ejercicios excesivos, la mala alimentación y la soledad que estaba sintiendo hicieron que Camila se expusiera a una de las situaciones más traumáticas de su vida. En esa búsqueda de su verdadero ser, Camila comenzó a acercarse a diferentes corrientes de pensamiento, como las constelaciones, las estrellas, entre otras que le hicieron creer a Camila que ella era una superheroína, que iba a cambiar el mundo. Algo que se confirmaría más adelante, pero para ese momento de su vida, Camila tenía una lucha con su cuerpo y su mente, algo que le impedía seguir y realizar su sueño de cambiar el mundo. Bajo la idea más fantasiosa de héroe, Camila entró a un templo de hare krishna, donde le ofrecen diferentes platos, la vistieron con sus atuendos tradicionales y pasó por diferentes ceremonias. Ella desde un estado casi elevada llevada por los pensamientos obsesivos que había tenido, ve esos primeros pasos como un reality show, donde pronto la llevarían con su familia. En su interior, lo único que movía a Camila era ese anhelado encuentro. No obstante, entre más iba avanzando más se preguntaba dónde estaba su familia, poco a poco su cerebro comenzó a darse cuenta la situación que estaba viviendo. Camila no entendía nada hasta que en un puesto dentro del templo una pareja de venezolanos le dijo que se fuera de ese lugar, que ella no pertenecía ahí. Por un arranque de adrenalina, Camila salió del templo con la sensación de que estaba siendo perseguida para devolverla a ese sitio. Todo el estrés y demás sensaciones hicieron que Camila colapsara, para luego ser recluida en un centro psiquiátrico. Allí, su diagnóstico fue que tuvo un episodio psicótico anoréxico depresivo, por lo que tenía que estar en un centro médico tomando antidepresivos. Mientras tanto aquí en Bogotá, su mamá vivió su propio calvario al enterarse de que su única hija estaba en peligro, y como dice el dicho el amor de madre puede con todo, en tiempo récord consiguió la visa para poder ir a rescatar a su hija al otro lado del mundo. 

El regreso a Colombia solo hacía que la ansiedad de Camila aumentara. El vuelo de vuelta fue tortuoso y en una escala de un par de horas, Camila recorrió varias veces el aeropuerto porque sus pensamientos no la dejaban en paz. Pero como el hijo pródigo, a penas Camila vio a su familia y amigas de infancia en el aeropuerto, algo volvió a conectar en ella. Se sintió otra vez en casa. 

Con el apoyo de Pedro que es como su padre, Camila comenzó a asistir a cursos de empoderamiento y liderazgo. En ese lugar encontró a quien es hoy en día el amor de su vida. Óscar, una persona que la ama y la apoya incondicionalmente. Junto a él tuvieron su primer hijo y como otro reto que sobrellevar, el pequeño Gabriel no estaba comiendo. Camila junto a Óscar en ese momento no tenían las herramientas necesarias para saber cómo alimentar a su hijo así que tuvieron que llevar al médico de emergencia. Allí los médicos hicieron lo posible por Gabriel y como un milagro el niño estuvo a salvo. Luego de este episodio, Camila no quería separarse de su familia, pero debía trabajar. Ella intentó negociar para poder trabajar en casa, mientras que cuidaba de su hijo, sin embargo, esto no fue posible y ante la negativa, Camila decidió renunciar y emprender su propio negocio.

En su estadía en Londres, Camila vio una noticia de la BBC donde hablaban de cunas de cartón creadas en Finlandia. Este recuerdo vino a su mente justo cuando lo necesitaba, pues Camila quería encontrar un trabajo que le permitiera realizar sus dos pasiones, ser mamá y ayudar a los demás. Así que empezó el viaje de crear su propio emprendimiento social, con enfoque en la primera infancia. De ahí parte la idea de Fruto Bendito una fundación que se dedica a llevar oportunidades a los niños que nacen en hogares con bajos recursos. Para que un niño se desarrolle de manera óptima es importante que crezca en un ambiente seguro y adaptado a sus necesidades, por esta razón, Fruto Bendito, reparte cunas hechas de cartón corrugado, para que el bebé cuente con su propio espacio. Pero la misión no termina ahí, Camila argumenta que las cunas son solo una herramienta para llegar a los padres, porque su verdadero propósito es llevar pedagogía a los cuidadores de los niños. Para la fundación es fundamental que los padres puedan aprender de temas como la lactancia, la crianza respetuosa, qué se debe hacer cuando un niño no come, entre otros temas que ayudan a que los bebés crezcan en entornos de amor y bienestar. 

Esta labor social ya lleva 6 años impactando a mas de 7000 mil familias. Volviendo el sueño de Camila realidad, un sueño que con mucho esfuerzo sigue logrando. Tal vez, Camila no fue presidente como en algún momento quiso, pero desde el amor y el compromiso por contribuir a que el país crezca, Camila junto a su familia realmente está cambiando la vida de cientos de niños que ahora cuentan con más posibilidades y con el apoyo de personas que los respetan y los aman.

 

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